Robert Smithson
- UN RECORRIDO POR LOS MONUMENTOS DE PASSAIC, 1967
- ESCULTURA DE FANGO EXTRAIDO, 1973
- ISLA FLOTANTE PARA VIAJAR ALREDEDOR DE LA ISLA DE MANHATTAN, 2005
- UN RECORRIDO POR LOS MONUMENTOS DE PASSAIC, 1967
- ESCULTURA DE FANGO EXTRAIDO, 1973
- ISLA FLOTANTE PARA VIAJAR ALREDEDOR DE LA ISLA DE MANHATTAN, 2005
El artista americano Robert Smithson realizó en septiembre de 1967 un viaje con su cámara fotográfica Instamatic por Passaic, su ciudad de nacimiento, que supuso un cambio trascendental en la tradición paisajística norteamericana. Este interesante paseo que más tarde fue recogido en un texto realizado por el artista bajo el título “Un recorrido por los monumentos de Passaic, Nueva Jersey”, es una crítica a lo pintoresco y una declaración de los que serían los hitos singulares de un paisaje a partir de ese momento.
En 1967 se inaugura en la galería de Virginia Dwan una exposición de Robert Smithson en donde exhibe un mapa en negativo, "Negative Map Showing Region of Monuments along the Passaic River", además de 24 fotografías en blanco y negro que representan los monumentos de Passaic.
Durante aquél viaje que se
inició en la estación de autobuses de Manhattan tras comprar un periódico y un
libro de bolsillo titulado “Earthworks”. Smithson documentó los paisajes y
objetos que fue descubriendo a lo largo del recorrido y que más le llamaron la
atención. Tras bajar del autobús y descender junto al río Passaic encontró un
paisaje fascinante formado por restos industriales de un territorio abandonado
pero muy evocador y sugerente, formado por machones de hormigón de un puente en
construcción, grandes conductos de acero circulares con formas sinuosas
desplazándose sobre la tierra, plataformas de bombeo situadas inestablemente
sobre estructuras provisionales, un grupo de tuberías que lanzaban vertidos
sobre el agua a modo de fuente, cajones de arena incrustados en el suelo donde
jugaban los niños, un cementerio de automóviles, etcétera, como ruinas formando
parte de un paisaje industrial devastado, pero de una belleza diferente que
hacía referencia a la estética del desastre y del abandono.
Libro de ciencia ficción que compra Smithson antes de subirse al autobus. La novela está situada en un mundo de catástrofe ambiental en donde escasea la tierra.
"The Bridge Monument Showing Wooden Sidewalks" ("Monumento de las direcciones dislocadas"). Puente de acero móvil.
Smithson recogió
minuciosamente en su paseo instantáneas de estos encuentros a los que llamó
“monumentos”, mientras leía a la vez el libro que había adquirido a primeras
horas de la mañana en la estación y que trataba sobre la escasez de tierra y
los procedimientos para la fabricación de tierra artificial. En la primera
parada fotografió un puente de acero y de madera sobre el río que giraba en
torno a un eje central para permitir el paso de los barcos, al que denominó
“Monumento de las direcciones dislocadas”, en alusión al modo en que cambiaba
de posición el norte y el sur tras el movimiento del puente. A lo largo del río
descubrió también otros “monumentos menores” como él los llamó, entre los que
se encontraban las obras de construcción para una nueva autopista sobre una
carretera anterior existente y los buldózer y otras máquinas atrapadas en el
barro de la excavación que le recordaban “máquinas prehistóricas, dinosaurios
mecánicos”. Después el paseo le llevó a un cráter artificial formado por seis
tuberías que “vertían agua desde una charca al río, lo que constituía una
fuente monumental que sugería seis chimeneas horizontales que parecían estar
anegando el río con humo líquido”, y una plataforma de bombeo de agua sobre el
río sujeta parcialmente sobre pontones, con tuberías vistas que luego se
desplazaban, sobre la tierra a lo largo de la ribera, y que siguió hasta que
desaparecían misteriosamente bajo la tierra sin saber hacia donde conducían.
El paisaje extraño y
solitario que tanto llamó la atención a Smithson formaba parte de una serie de
obras provisionales de infraestructuras que el estado de Nueva Jersey estaba
acometiendo y que al artista le permitieron realizar una visión más amplia de
los acontecimientos. Al final del trayecto un letrero informaba en letras de
gran tamaño lo siguiente:
YOUT HIGHWAY TAXES 21
AT WORK
Federal Highway U.S. Dept. of Commerce
Trust Funds Bureau of Public Roads
2.867.000 State Highway Funds
2.867.000
New Jersey State Highway Dept.
El cartel daba cuenta de
la construcción de una autovía financiada con las tasas de la ciudadanía.
Robert Smithson antes de encontrar el panel informativo estaba fascinado con la
situación de irregularidad de un territorio en el que convivían artefactos
industriales con movimientos de tierra y agua. Previo al encuentro con el texto
había tenido una lectura de los acontecimientos diferente a lo que en realidad
estaba sucediendo y que le proporcionaron una visión temporal de los hechos.
Para empezar, el artista reflexiona sobre una noción de ruina distinta a la de
la ruina romántica, por el contrario, los edificios caen en ruina después de
haberse construido, ya sea por dejadez o abandono. Lo que el artista nos
sugiere es una idea de tiempo y de monumento diferentes, ajenos a un pasado histórico
y a grandes acontecimientos de la historia. Estos “agujeros” por él descritos
en el paseo son “vacíos monumentales” que presagian la memoria futura de
Passaic, una ciudad sin pasado cuyo presente es su propia historia. Las
irregularidades nos hablan de un paisaje inacabado formado por monumentos como
sucede en Berlín, donde la ciudad de intersticios y agujeros nos permiten
continuar imaginándola. Smithson estaba convencido de que “el futuro está
perdido en algún lugar en los basureros del pasado no histórico, en los
paisajes industriales devastados, en los periódicos atrasados y en el espejo de
nuestros sueños”. Con todo este material recogido durante el viaje realizó un
mapa que mostraba la “región de monumentos” a lo largo del río Passaic, superponiendo
al dibujo de la ciudad y su territorio un palimpsesto selectivo de nuevos
acontecimientos, un mapa histórico nuevo con hitos diferentes que supuso un
cambio importante en la forma de ver el paisaje en la tradición paisajística
norteamericana.
"The Fountain Monument"
"Monument with pontoons: The Pimping Derrick"
"The Great Pipe Monument"
Los “agujeros” en un
paisaje, aunque en principio puedan estar valorados insuficientemente y no
resultar atractivos socialmente, tienen el interés, sin embargo, de aparecer
relativamente libres de control y proporcionan un hábitat en el que pueden
sobrevivir objetos anticuados, en desuso o anticuados, junto a otros nuevos. Smithson
nos propone conservar estos vertederos especiales como “monumentos” históricos
de la memoria, al igual que conservamos una catedral o un palacio en ruinas.
Criticaba de los arquitectos y conservacionistas la lectura objetual que
poseían de las cosas, el no prestar atención a las ruinas, no pensar cómo pasa
el tiempo y los usos sobre las cosas y los edificios, y qué aspecto tienen al
cabo de un tiempo después de estar ocupados.
A estos paisajes de la
ruina, símbolos de una nueva era, les siguieron más tarde otras acciones del
artista basadas en la contigüidad material de la naturaleza y el artificio
urbano, llevando a cabo una serie de intervenciones sobre el espacio de Central
Park de Nueva York que pusieron de manifiesto que la ciudad y el parque
contienen ingredientes comunes, o al menos forman parte de un mismo origen. Con
esta intención realizó una serie de operaciones que relacionaban la historia
del lugar y sus transformaciones, reincidiendo en la identidad de aquel
territorio. Smithson estudió geológicamente el suelo y las intervenciones
realizadas sobre el mismo por el hombre, especialmente el proyecto de Olmsted
para este parque, al que siguieron una serie de propuestas del artista que
evidenciaban la vinculación entre materia, lugar y territorio.
Plano de la isla de Manhattan 1881
Vista actual.
La propuesta del
arquitecto americano Law Olmsted para Central Park a mediados del siglo XIX
mostraba ya la estrecha vinculación entre la forma de crecimiento urbano de la
isla y la naturaleza física de aquel territorio. En las previsiones iniciales
para expandir la retícula urbana de manzanas sobre el suelo de Manhattan fue
ampliamente debatida la posición que debería tomar el futuro parque que incluso
se llegó a plantear junto a las aguas del río Hudson. Finalmente Central Park
se localiza sobre un espacio con una suave e irregular topografía rocosa de
difícil ocupación, de manera que las características naturales de aquel
territorio propiciaron la construcción del parque salvándolo de ser colonizado
por las edificaciones. El tamaño y forma de este jardín urbano responde, por
tanto, a una relación mixta entre el ritmo de la retícula procedente de la zona
baja de la isla y los límites físicos que ocupaba este accidentado suelo.
La historia del diseño y
las transformaciones sucesivas experimentadas por el parque y su relación con
la ciudad son muy interesantes. La solución finalmente construida es una
propuesta conservadora con el territorio y parte de las condiciones originales
del paisaje al que se le ha dado un tratamiento de jardín pintoresco con lagos
y áreas de vegetación variada, entre las que pueden apreciarse aún las rocas y
la topografía del suelo original. Central Park es un parque urbano idílico de
gran tamaño que cubre una zona pantanosa de lodos y residuos, un lugar en su
origen desértico en el que Olmsted concibió una topografía artificial sobre un
territorio baldío; un paisaje inventado que revela la naturaleza del lugar
donde se entremezclan realidad y representación en una nueva geografía.
En los primeros dibujos de
1811 puede apreciarse cómo se extiende la retícula sobre la isla en toda su
extensión –aún no existía una propuesta formalizada del parque-, y bajo la
trama urbana, la representación a líneas de la topografía y los caminos que la
atraviesan. Este plano es muy ilustrativo ya que nos muestra a la vez el
sistema de crecimiento de la ciudad en retícula y las relaciones con el
territorio. De hecho Olmsted estudió con detenimiento la topografía, punto por
punto, como un geólogo que rastrea el subsuelo antes y durante la ejecución del
nuevo parque. La propuesta de Olmsted es reveladora en este sentido y puede
entenderse como un paisaje surgido del territorio y sus transformaciones
permanentes. El parque se inscribe en la historia geológica de aquél suelo, en
sus orígenes un glaciar, y más tarde, un ámbito desértico luego incorporado a
la ciudad del XIX. Pero el parque no sólo es una imagen pintoresca, bajo su
superficie se oculta un complejo entramado de instalaciones y sistemas de
drenaje para la época en que fueron realizados, lo que nos indica que estamos
ante un proyecto de síntesis entre
ecología urbana, industria y tecnología. El artista Robert Smithson consideraba a Olmsted el primero de los artistas del earthwork
(artista de la tierra), un artista del tiempo geológico, una corriente que se
inició en América durante los años 70 y que reivindicaba la reutilización de
tierras y paisajes devastados como un modo de reencuentro con la identidad y
naturaleza de un territorio. Central Park representaba sin lugar a dudas esta
idea, no sólo por los planteamientos con los que fue concebido, sino también
por las sucesivas transformaciones experimentadas con el tiempo que han puesto
de manifiesto la estrecha relación entre la naturaleza urbana y este territorio
natural en diferentes niveles ya sean urbanísticos, de paisaje, e incluso
aquellos que afectan a la propia configuración morfológica del suelo y de las
construcciones de la ciudad.
Entre estas
transformaciones destacan el relleno que se hizo con el material de deshecho y
acopio de obra durante la construcción del Rockefeller Center en los años 30 en
el antiguo embalse de agua, hoy desaparecido, situado frente al Museo
Guggenheim en la Quinta Avenida, donde fueron vertidos toneladas de escombros
de la construcción sobre un área excavada que servía para acumular agua de
riego y abastecimiento para la ciudad. Más tarde, en el año 1973, y a propósito
de una exposición conmemorativa de Olmstead celebrada en el Whitney Museum os
American Art, el artista Robert Smithson propuso una acción sobre el parque en
la que intervenían aspectos de índole geológica , ecológica y de renovación
industrial. La propuesta consistía en documentar la acción de limpieza de los
lodos residuales de los embalses de agua del parque y su posterior transporte y
vertido en solares de la ciudad necesitados de relleno.
“El mantenimiento del
estanque del borde sur está atrasado. Debería eliminarse el fango. Esta
operación podría acometerse con un sentido artístico, como una “escultura de
fango extraído”. Podría hacerse un tratamiento documental con película y
fotografías que reflejaran la dialéctica física de la labor de mantenimiento.
El fango podría depositarse en algún lugar de la ciudad que necesitara
rellenos, el transporte podría interpretarse como un discurrir desde la
extracción hasta la sedimentación, un entendimiento del paisaje tal y como es.
La magnitud de los cambios geológicos continua todavía, justo como era hace
millones de años. Olmsted, un gran artista que trató estas magnitudes
representa un ejemplo que arroja una nueva luz sobre la naturaleza del arte
americano”.
Aunque la acción no llegó
nunca a producirse –el estanque se saneó como Smithson había propuesto, aunque
los lodos no tuvieron el destino previsto-, esta intención de reinsertar en la
ciudad el material sobrante en el parque, constituye un trabajo continuo de
arqueología consistente en recomponer
los niveles de la ciudad a través del empleo de materiales de deterioro
reciclados producidos la propia naturaleza.
Años antes el traslado de
los deshechos de la construcción del Rockefeller Center al parque supuso
ampliar la visión del jardín urbano de recreo y esparcimiento del parque a la
de un vertedero a gran escala capaz de digerir los residuos producidos por la
ciudad. Smithson, ahora, con su acción de limpieza de los residuos naturales y
traslado de los mismos al entramado urbano nos recuerda que la ciudad puede ser
también la escombrera del parque. Detrás de estas dos acciones lo que realmente
se pone de manifiesto es una relación entre el territorio de la ciudad y la
naturaleza del parque, más abierta y con implicaciones que afectan a la propia
composición orgánica y física de los terrenos. Los suelos de la ciudad y los
suelos del parque están afectados por materiales obtenidos por desplazamientos
de una y otra procedencia, que como un juego de espejos nos hablan de una
geología común, o mejor aún, que comparten estratos comunes. Smithson en el
texto que realizó para el catálogo de la exposición de Olmsted ya nos habla de
que su acción se inserta en los cambios geológicos que aún continúan
experimentándose sobre la isla de Manhattan y nos propone un proyecto continuo
enmarcado en la identidad de aquel territorio y en la secuencia de hechos
históricos del lugar como un rasgo distintivo.
Smithson comenzaba su
articulo imaginando el territorio de Central Park y el de toda la isla de
Manhattan cuando en su origen eran parte común de un mismo glaciar que invadió
la costa tras fundirse los casquetes polares hasta conformarse lo que es hoy,
una serie de transformaciones progresivas e imperceptibles hasta dar lugar al
puerto actual.
Los acontecimientos
descritos, aunque están relatados cronológicamente, abordan siempre el
territorio desde una perspectiva común. Las acciones emprendidas no hacen más
que poner de relieve sus identidades que subyacen históricamente en cada una de
las intervenciones, reafirmando el carácter de aquel suelo convertido en
paisaje en cada una de ellas. La última intervención llevada a cabo en
septiembre de 2005 ha consistido en provocar un nuevo desplazamiento del parque
fuera de sus límites urbanos para llevarlo hasta el agua. La experiencia
promovida por el Whitney Museum of American Art se ha realizado a partir de una
acción propuesta por Robert Smithson bajo el título “Isla flotante para viajar
alrededor de la isla de Manhattan”, consiste en trasladar un fragmento del
Central Park por el río Hudson y el East remolcado por una barcaza de 27 x 9
metros con tierra, rocas y árboles. Durante dos semanas este paisaje surcó las
aguas y se detuvo estratégicamente en algunos puntos de Brooklin y Long Island.
El recorrido se iniciaba en Riverbank State Park, calle 145, y concluía en el
muelle de la calle 107, después de bordear toda la isla. Más tarde los árboles
fueron donados a los conservadores del parque y replantados en el mismo. La
experiencia de Robert Smithson al incluir una isla flotante que viaja alrededor
de otra isla es una muestra de contigüidad entre el lugar, la memoria de un
territorio y la noción de paisaje. La reflexión sobre estos aspectos y las
identidades del territorio fueron una obsesión para el artista que quiso a
través de las experiencias descritas sobre el parque, enlazar los orígenes de
la isla con el jardín ideado por Olmsted años antes.
Robert Smithson, acción de traslado de un fragmento de Central Park alrededor de Manhattan. La barcaza que trasportaba tierra, rocas y árboles surcó las aguas alrededor de la isla durante dos semanas. Después los árboles fueron replantados en Central Park.
Fragmento artículo
“Acciones, procesos y experiencias en el paisaje”, de Juan Domingo Santos.
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